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Vivimos en una sociedad donde ser hiper productivos se ve como algo positivo, pero esta mentalidad está provocando daños en nuestra salud física y mental, y por tanto, mermando nuestro bienestar y felicidad.

En el contexto de una entrevista para el Grado de Psicología de la Universidad Oberta de Cataluña,, reflexioné sobre cómo el entorno laboral a menudo se convierte en una fuente constante de estrés y cómo se puede tratar y prevenir este estrés laboral.

Muchas personas admiten sentirse superadas, incapaces de cumplir con todas sus responsabilidades y con dificultades para desconectar al final del día debido a las tareas pendientes, la falta de capacidad para poder abordar todo el trabajo que tienen encima de la mesa, la insuficiencia de habilidades y conocimientos para asumir los retos que se le encargan, o por sufrir ambientes y relaciones laborales tóxicas. Tan solo una de estas cosas (ya no hablemos de la combinación de varias) crea un ciclo difícil de romper, plagado de estrés crónico, que, seamos honestos, no es precisamente el compañero de cuarto ideal para nuestra salud mental y física. Por eso, espero que encuentres en mis palabras un inicio para cambiar tu situación de estrés laboral crónico o síndrome de Burnout.

Entrevista

En esta entrevista, tenemos el placer de conversar con Pablo Castillo, un destacado mentor en desarrollo personal y profesional con más de 17 años de experiencia. Pablo ha dedicado su carrera a acompañar a personas, organizaciones y equipos en sus procesos de transformación, aplicando su profundo conocimiento y pasión por el bienestar integral. Además de su trabajo práctico, Pablo es un valioso miembro de la facultad de Psicología de la Universidad Oberta de Cataluña, donde comparte su expertise, siempre está aprendiendo, como nos insiste en acentuar, y fomenta el desarrollo de la terapia psicológica. Hoy, desde su Asturias natal, nos ofrecerá su visión sobre cómo gestionar eficazmente el estrés laboral y mantener un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal.

Pablo Castillo, mentor de desarrollo profesional y personal, y colaborador de la facultad de psicología d

Pregunta: Estrés laboral crónico, ¿es un problema cada vez más habitual?

Respuesta: ¡Totalmente El estrés laboral y su primo hermano, el síndrome de burnout (o síndrome de estar quemado en el trabajo), están escalando posiciones en la lista de problemas de salud pública más rápido que casi cualquier otro trastorno. Las estadísticas, cada vez más llamativas, nos lo confirman. Además, nuestra creciente conciencia sobre estos temas está ayudando a sacarlos del armario. Así, no es de extrañar que la Organización Mundial de la Salud, en su último informe de enfermedades del 2022, haya colocado al burnout en un puesto de honor (o más bien, de horror). Yo mismo me vi envuelto en las garras de esta condición tiempo atrás, lo que me impulsó a estudiarla, tratarla y como ahora aquí, divulgar acerca de ella con un fervor casi de evangelista porque hay muchísima gente que piensa que es «normal» y no, la enfermedad no es normal. A menudo, cuando les explico a las personas qué es este síndrome—un cóctel de agotamiento físico y emocional, mezclado con una importante desconexión de nuestro trabajo o relación dañina con éste—muchos abren los ojos como platos y exclaman: «¡Eso es lo que y tengo! Pero no sabía que venía con nombre y apellido».

La mayoría de psicólogos, psiquiatras y especialistas en desarrollo profesional que conozco, están muy de acuerdo con mi tesis principal de causa de el estrés laboral y el burnout. Creemos y comprobamos en nuestras experiencia diaria que están creciendo tanto en parte porque es un problema relacionado con nuestro estilo de vida. Vivimos en una sociedad que valora muy positivamente la hiperactividad, el estar ocupado, y hacer las cosas de manera «perfecta» y sin errores. Cuando nos encontramos con amigo por la calle y nos dice «tenemos que vernos ¿eh?, pero que es que últimamente estoy que no paro», en el fondo siente satisfacción y orgullo por haber alcanzado ese modelo de vida que tanto nos han vendido en las últimas décadas: la hiper productividad. El problema es que su fantástica publicidad nunca vino acompañada de una pantalla azul y una voz en off muy seria advirtiéndonos de las terribles consecuencias que el estrés crónico tiene para nuestra salud y nuestra felicidad. Y entrando más a fondo, de las muy malas consecuencias que tiene para nuestras relaciones personales, familiares, y vida personal en general. Te machaca emocionalmente y psicológicamente porque el estrés crónico hace que llegado un punto, cuanto más hacer (experiencias, viajes, aventuras, reuniones, citas…) menos disfrutas y más desconectado estás de todo: de tu trabajo, de tus hobbies, de tu familia, de tu salud, de tus necesidades básicas… de tu propio yo. Y eso es insoportable.

Pregunta: ¿Por qué el entorno laboral suele actuar como un estresor habitual?

Respuesta: Bueno, para empezar, al trabajo le dedicamos un tercio de nuestra vida, ¡y eso sólo si no contamos las horas extra o las que pasamos pensando en el trabajo mientras deberíamos estar descansando! Hay mucho en juego: en el trabajo no solo ganamos el pan, sino que también es nuestra arena para la creatividad y la realización personal. Es donde mostramos nuestra habilidad para construir, ayudar y conectar, ya sea con nuestra comunidad de toda la vida o con esa gran aldea global en la que se ha convertido el mundo. O al menos eso es lo que debería ser.

El trabajo es un escenario muy delicado porque combina nuestra supervivencia básica con la necesidad de autorrealización. Imagínatelo como un coche: si funciona bien, el viaje es placentero, pero si empieza a fallar algo, puede convertirse rápidamente en una fuente de gran estrés. Y es que cuando algo va mal en el trabajo, las alarmas de estrés suenan a todo volumen porque, sencillamente, hay mucho en juego.

Añadamos a esto el cóctel molotov de las relaciones interpersonales en el trabajo. Pueden ser una fuente de gran satisfacción, pero también un generador de máximo estrés cuando las cosas se tuercen y, para colmo, rara vez nos enseñan cómo manejar estas situaciones en la escuela. Vamos, que estamos un poco a ciegas.

No olvidemos también el trabajo «invisible» que hacemos fuera del empleo formal: cuidar a la familia, mantener el hogar, atender a los mayores… Todas estas son labores que, aunque no vienen con salario, pueden estresarnos tanto o más que el trabajo remunerado. De hecho, muchas de las personas a las que ayudo experimentan su primer encuentro con el burnout poco después de aumentar la familia, simplemente porque el peso del estrés se vuelve abrumador.

Y para terminar, considera cuánto tiempo pasamos trabajando a lo largo de nuestra vida. Esa sola idea debería motivarnos a gestionar nuestro entorno laboral de la mejor manera posible, buscando que sea un lugar donde podamos no solo trabajar, sino también prosperar y, por qué no, ¡hasta disfrutar de vez en cuando!

Pregunta: Muchas personas afirman que no son capaces de hacer todo el trabajo que les piden que hagan en su puesto de trabajo, lo que les genera malestar y estrés, ¿es así?

Respuesta: Exacto, es un tema que sale mucho en los centros de trabajo, los equipos deportivos… y en las sesiones de terapia psicológica, mentoring o coaching. La sobrecarga de tareas definitivamente puede poner nuestros nervios a flor de piel, y sí, ese estrés muchas veces viene de factores externos que escapan a nuestro control. Pero no todo es culpa del entorno; también entra en juego cómo nos manejamos internamente. Aquí es donde entra la parte de la autoorganización, la habilidad para decir «hasta aquí llego» sin sentir que el mundo se acaba, y la capacidad de poner límites saludables, tanto a nosotros mismos como a los demás.

Trabajando con diversas personas he notado que el estrés disminuye significativamente cuando desarrollan esas habilidades psicológicas esenciales para la autogestión en el trabajo. Curiosamente, estas son habilidades que no suelen enseñarnos en el colegio o en la universidad, y aquí radica parte del problema del incremento del estrés en nuestra sociedad. Es una combinación de desafíos, tanto internos como externos.

Ahora, quiero señalar algo que suelo llamar la ‘falacia del mindfulness’. A ver, el mindfulness es genial, yo mismo lo practico y enseño a practicarlo, pero no es la panacea. Me he encontrado con empresas que, frente a una clara sobrecarga de tareas, lanzan un taller de mindfulness como si fuera un bálsamo mágico. Y aunque el mindfulness es una herramienta poderosa, a menudo se usa como un simple parche. No se trata de resolver los problemas estructurales de la organización o de abordar las causas profundas del estrés. Después de todo, hay niveles de carga de trabajo que simplemente no son manejables, sin importar cuántas técnicas de respiración profunda conozcas. Pero es que para empezar ¿En qué empresa hay alguien como yo, que de manera interna o externa, de apoyo continuo a esto? Se evalúa bastante a nivel global, algo a nivel individual, y se ponen unos sofás aquí, unas plantas allí, o unas cuantas medidas de conciliación genéricas y en su mayoría, totalmente desconectadas de la realidad. Aquí estamos hablar con las personas y los equipos de trabajo, conocerlas a fondo en necesidades, habilidades y energías, al mismo tiempo que se planifican sus tareas, se ajustan sus cargas de trabajo, y se invierte en darles las herramientas y espacios de aprendizaje suficientes para, cuanto menos, no tenerlos estresados porque los estamos machacando con tiempos imposibles, retos inalcanzables, etc. Luego, lógicamente, está el ambiente en sí. Cómo se trata a cada persona, cómo se la respeta, como se tratan los conflictos y discusiones, cómo se cumplen los acuerdos, cómo se escucha sus necesidades. Vaya, que sino quieres gente enferma y con bajo rendimiento por el estrés y sus consecuencias, tienes bastantes cosas que hacer. En este caso, invertir no solo ahorra costes a la empresa en bajas, pérdida de productividad, pérdida de talento, sino que ¡jolines! mejora sus resultados. Esto quien lo prueba, eso sí, ya no lo cambia por nada. Lo sé por experiencia.

Pregunta: ¿Qué consecuencias puede tener este problema de estrés laboral sostenido para nuestras capacidades mentales y nuestra salud?

Respuesta: Piensa en el estrés crónico como aquel visitante que nunca quieres que llegue pero que siempre se queda demasiado tiempo, afectando a tu cerebro, a tu sistema nervioso y a tu capacidad de funcionar de manera óptima. No sólo es molesto, sino que realmente puede causar estragos. Me encuentro frecuentemente con personas que tienen serios problemas para concentrarse debido al estrés laboral. Muchos me dicen que hace años que no leen un libro porque simplemente no pueden mantener la concentración, sufren de olvidos, fallos de memoria, y se distraen con facilidad. Ahora añadamos que el estrés crónico, si no se trata, puede tener consecuencias adversas para la salud, entre éstas ansiedad, insomnio (se ha demostrado que existe un fuerte vínculo entre el insomnio y el estrés crónico2) , dolor muscular, alta presión y debilitamiento del sistema inmunitario.1 Todo esto, por supuesto, afecta su eficiencia en el trabajo, lo que solo añade más leña al fuego del estrés ¡Y encima me piden que les enseñe técnicas para ser más productivos! ¿Te lo puedes creer? Es normal…es lo que te venden en todo tipo de libros de management y autoaayuda, podcast, etc.

Por otra parte, emocionalmente, el panorama tampoco es muy alentador. El estrés crónico tiende a drenar nuestra energía y a bajar nuestro ánimo, generando un nerviosismo que a menudo se convierte en ansiedad o insomnio. Un clásico es el insomnio de aquellos que se despiertan en mitad de la noche y no pueden volver a dormir porque su cabeza está llena de preocupaciones laborales.

Además, bajo la influencia del estrés y el burnout, se reduce notablemente nuestra motivación y conexión emocional con el trabajo. Esto es un mecanismo de defensa de nuestra mente, tratando de protegernos de un ambiente que nos resulta nocivo. Las personas afectadas por burnout a menudo experimentan lo que se llama «cinismo»: pierden toda ilusión por su trabajo y pueden incluso sentirse irritadas con sus clientes o colegas, a quienes empiezan a ver más como un problema que como una parte de su labor.

Y si pensabas que eso era todo, hay más. El estrés crónico no solo afecta el cerebro y al sistema nervioso, sino que compromete todo nuestro cuerpo. El exceso de cortisol, la hormona del estrés, puede deteriorar nuestros órganos. He trabajado con personas con problemas digestivos rebeldes a cualquier tratamiento, problemas de piel asociados al estrés, dolores musculares, infecciones recurrentes y más. También hay casos de hipertensión y serios problemas cardíacos vinculados al estrés. Estamos frente a un serio problema de salud pública que indudablemente contribuye a una alta tasa de enfermedades y muertes en nuestra sociedad.

Pregunta: ¿Cómo podemos combatir el estrés crónico para que no llegue a afectar a nuestra salud?

Respuesta: Bueno, voy a compartir contigo mis dos reglas de oro, aunque ¡atención spoiler! ninguna de ellas incluye una varita mágica o pócimas secretas. Primero y principal, tenemos que ir directo a la raíz del asunto. El estrés laboral no es un grano molesto que puedes eliminar con una crema; es más como una infección que se extiende por todo: afecta al cuerpo, a la mente y hasta a nuestras ganas de levantarnos de la cama por las mañanas.

Entonces, ¿Qué hacemos? Pues, nos toca mirar el problema de forma integral. Esto significa prestar atención a cómo organizamos nuestro trabajo, entender nuestra propia personalidad y, por supuesto, cuidarnos físicamente. Es fundamental aprender a escucharnos y conectar con nosotros mismos, que aunque suene a lección de yoga, psicológicamente es vital. Si no sabes lo que necesitas o quién eres, es muy fácil terminar corriendo en una rueda de hámster del estrés sin siquiera darte cuenta. Yo aquí, como he ayudado a muchas personas en el sofá de mi despacho, conversando y trabajando a diario (sí, a diario, porque esto requiere de acompañar y apoyar constantemente al que lo sufre), se que funciona. Además, no podemos ignorar los fallos en la estructura de las empresas, administraciones o equipos deportivos: he trabajado para organizaciones de estos tres tipos, y para profesionales de éstas, y te aseguro que, desde el exceso de trabajo, las exigencias a nivel «SuperOrdenador» que digo yo, hasta esos horarios que parecen diseñados por alguien que nunca durmió ni tuvo familia….

La segunda regla de oro es: desconectar para realmente conectar. Necesitamos tomar descansos genuinos, y no me refiero solo a no estar físicamente en la oficina o el puesto, sino a desconectar mentalmente. Activar nuestro sistema parasimpático es esencial para que el cuerpo entre en modo descanso y pueda regenerarse. Así es como se combate el estrés crónico, troceándolo en pequeñas dosis de estrés agudo, el cual, créeme, es el único tipo de estrés que puede ser hasta beneficioso. En nuestra era de teletrabajo y estar siempre «en línea», lograr esa desconexión es un verdadero desafío, pero crucial para mantenernos sanos. Así que, cada uno de nosotros necesita encontrar esa estrategia de desconexión que mejor le funcione. Y recuerda, desenchufar no solo es saludable, ¡también puede ser revolucionario!

Como decía, la clave para el manejo del estrés es identificar y modificar aquellas conductas que lo están provocando. Pero descubrirlas, y realizar los cambios que son necesarios se perfectamente que pueden suponer un gran rato. A todo el mundo el digo que empiece con pequeños pasos, como salir a caminar o pasear en bicicleta diariamente, que sabemos que puede ser beneficioso. Empezar a realizar actividad física es un cambio pequeño pero eficaz en el manejo del estrés. Gracias a la actividad física aumentamos la producción de endorfinas, una sustancia que nos provoca sensación de bienestar. Para que os hagáis una idea, las endorfinas son un tipo de neurotransmisor del cerebro que ayudan en el tratamiento de modalidades leves de depresión y ansiedad.3 

Lo siguiente sería tratar de llevar una dieta saludable y dormir más y mejor porque también sabemos que puede ser beneficioso. Y a partir de aquí, con esta nueva energía y con el ánimo positivo que van a generarnos estos cambios, ir a por los problemas de raíz que nos están estresando.

Y si uno mismo o misma no puede, entonces no dudar nunca en pedir ayuda a un profesional. Sabemos por diversas investigaciones que que el estrés crónico se puede tratar con intervenciones adecuadas tales como cambios en el estilo de vida y la conducta, terapia y, en algunos casos, medicamentos.4  Contar con un experto que te ayude a superar las barreras que te impiden llevar una vida saludable, manejar el estrés de forma eficaz e identificar aquellas conductas y situaciones que hacen que tengas niveles altos de estrés, te lo hace todo mucho más fácil y seguro ¡Te cambia la vida! ¡Tu vida!

Referencias

  1. Baum, A. y Polsusnzy, D. (1999). “Health Psychology: Mapping Biobehavioral Contributions to Health and Illness.” Annual Review of Psychology, Vol. 50, pp. 137-163
  2. Vgontzas, A.N. et al. (1997). “Chronic insomnia and activity of the stress system: a preliminary study.” Journal of Psychosomatic Research, Vol. 45, pp. 21-31. 
  3. Fox, K.R. (1999). “The influence of physical activity on mental well-being.” Public Health Nutrition, Vol. 2, pp. 411-418.
  4. McEwen, B.S. (2004). “Protection and Damage from Acute and Chronic Stress: Allostasis and Allostatic Overload and Relevance to the Pathophysiology of Psychiatric Disorders.” Annals of the New York Academy of Sciences, Vol. 1032, pp. 1-7.

Pablo Castillo hola@pablocastillo.es

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