Compartir es vivir

La felicidad que aporta un logro, una experiencia o una sorpresa suele ser efímera y deja grandes vacíos cuando se pasa el efecto. Ser feliz de manera constante es posible gracias la paz interior.

Ser feliz todos los días del año, te pase lo que te pase, suena a promesa de libro de autoayuda o de anuncio de televisión (te vendan lo que te vendan, lo que compres te hará feliz…), pero lo cierto es que es posible y alcanzable para cualquiera que se lo proponga.

Te voy a contar un breve cuento zen y ya verás que rápido lo entiendes:

«Un sabio budista convocó un concurso de pintura al que acudieron muchísimos artistas de todos los reinos. La temática del concurso era ‘La paz perfecta’.

Los pintores comenzaron a plasmar lo que ellos entendían por paz a través de hermosos paisajes: atardeceres cálidos sobre montañas altísimas, o bien rayos de sol acariciando las más bellas flores.

Sin embargo, uno de los pintores creó un cuadro muy diferente al resto. Su paisaje mostraba un mar enfurecido, nubes amenazantes y un precipicio sobre el que se alzaba un árbol.

El supervisor de las obras pensó que se había equivocado de temática y decidió no presentarlo para su evaluación final. El maestro budista comenzó a mirar los cuadros que se habían presentado al concurso, pero no conseguía encontrar la obra perfecta.

– ¿No se ha presentado nadie más? – preguntó.

– Bueno, solo queda un cuadro, pero no tiene nada que ver con la temática que habíamos pedido… – dijo el supervisor del concurso.

– Sea como sea, si se ha presentado, tiene derecho a que su obra esté entre todas estas. Deja que lo vea…

Entonces, llevaron el cuadro del mar embravecido hasta el maestro y después de observarlo, sonrió:

– Al fin tenemos un ganador.

– Pero… ¿cómo? ¿Es el cuadro que representa la paz perfecta? ¡No puede ser!- exclamó el supervisor.

– Sí, lo es… si te fijas, sobre el árbol que se asoma al precipicio y bajo la tormenta, un pequeño pájaro descansa en su nido ajeno al viento y al oleaje. Este es sin duda el mejor ejemplo de la paz perfecta.

Este cuento refleja a la perfección la clave para ser felices de manera constante: la paz interior. Continuemos entendiendo y aprendiendo (prometo que seré breve)

Logros y consumo, felicidad efímera

Antes de hablar de ser siempre feliz a través de la paz interior, primero hay que saber en qué nos estamos equivocando.

Ser feliz es nuestro principal deseo y la mayoría lo logramos pero ¿por cuánto tiempo? Nos dicen que si logramos «esto» o nos hacemos con «esto otro» seremos por siempre felices. Sin embargo, cada día me encuentro con más personas que me confiesan que entre «subidón y subidón» de felicidad, su vida dista mucho de ser feliz. Ansiedad, estrés, agotamiento, tristeza, falta de realización y, en general, un sentimiento de no sentirse a gusto consigo mismo/a y con su vida, son lo más habitual ¿Qué está pasando?

Sería un gran momento para analizar cómo la sociedad de consumo creada a partir de la Revolución Industrial, la desconexión con la naturaleza, y un descenso muy notable del tiempo que dedicamos a la introspección y al aprendizaje sobre nosotras mismas/os, nos han hecho un enorme daño. Pero por ser breves, vamos a dejarlos ahí citados

La sociedad actual nos empuja a que persigamos y consumamos píldoras de felicidad (chutes) de efecto rápido pero corto, por no hablar de las dependencias que crea y de los efectos secundarios que conlleva. Y le roba el tiempo y la atención necesaria que requiere el cultivo de nuestra paz interior (la verdadera generadora de felicidad constante).

Ser Siempre Feliz desde la Paz Interior

Desde que el mundo es mundo, no han dejado de suceder desgracias a diario y venirse encima de la humanidad grandes catástrofes, guerras, pandemias y demás males. Y sin embargo, siempre ha habido y habrá pájaros como el del cuento zen que a pesar de todos los males, disfruten de ser felices, gracias a su foco y fortaleza interior.

A las personas que trabajan su paz interior y logran esa felicidad constante, les pasan las mismas cosas que a todas/os, y si les pinchan les duele igual. Sin embargo, son pájaros mirando al horizonte desde su nido, tanto en días soleados y plácidos, como frente a la más feroz de las tormentas porque no necesitan nada más para sentirse bien que que estar en paz con ellos/as mismos/as.

¿Por qué la paz interior nos hace más felices?

Renunciar a ser feliz cuando nuestra vida se ve asaltada por desgracias y malos momentos, es un precio que la mayoría no estaríamos dispuestos a pagar ¿verdad?

Imagina que te concedieran el deseo de vivir solo los días soleados y apacibles. Tu vida se vería reducida a tan solo 20 o 30 años. Al principio te sentirías muy feliz con la seguridad de que nada desde fuera puede empañar tu vida, pero como ocurre cuando conseguimos algo que deseamos, en seguida caería la emoción, te acostumbrarías y el efecto perdería fuerza (hablo basándome en evidencias científicas de la psicología y la neurología).

Pero aún hay una piedra más grande en este idílico camino: las dudas interiores que brotarían seguro, comenzando a perturbar tu felicidad con preguntas sobre si renunciar a 50 u 60 años de días “tormentosos” fue un grave error.

Ser feliz cuando esta depende completamente de tu mundo exterior, es muy difícil, por no decir imposible.

Sin embargo, cuando entiendes que el camino para ser feliz empieza y termina en tu interior, todo cambia. Te abres a la posibilidad de ser feliz de manera constante porque desde tu paz interior, las tormentas y desastres de la vida, son solo eso, vida.

«La vida no es la fuente de la felicidad. Lo eres tú«

Aprender a vivir en paz es aprender a ser feliz

Siempre que digo frente a un grupo, sean amigos o clientes, que lo único que hace falta para ser feliz es aprender a vivir en paz con nosotros/as mismos/as y, por añadidura, ser constantes en la práctica, noto ciertas caras de escepticismo de unos, mientras que los demás me hacen llegar sus “peros”.

Me gusta provocar debates porque son una gran manera de sacar a pasear nuestras creencias, y así, darnos la oportunidad de compararlas con otras, moldearlas y hasta de adquirir alguna nueva para nuestra biblioteca personal.

Suelo proponerles hacer una lista en conjunto con las cosas que creemos que dan la felicidad y estas suelen ser las más repetidas:

  • Soñar con lo felices que seremos cuando tengamos eso que perseguimos.
  • Logros y adquisiciones materiales.
  • Buenas noticias.
  • Golpes de suerte.
  • Momentos/experiencias de “subidón”.

Todas con un efecto bastante efímero.

Luego les propongo que cierren los ojos, respiren tranquilamente y piensen en un momento o situación en la que se sintieron bien consigo mismos/as, bien por su manera de ser, bien por su manera de actuar, o bien por su manera de reaccionar. Entonces, cuando les pido que vuelvan, les pregunto que sintieron ¿y sabes cuál es la respuesta unánime? Paz interior (cada uno con sus propias palabras, claro está).

Después, les pregunto qué es lo que más quieren de esta vida y la respuesta vuelve a repetirse al unísono: ser feliz.

Entonces comparto con ilusión la conclusión que aprendí y que comparto con muchos de mis maestros/as en esto de aprender y enseñar a ser feliz:

«La felicidad duradera se consigue cuando sabes que tienes las herramientas adecuadas para enfrentarte a las dificultades de la vida y para disfrutar plenamente de sus bondades«

Y esa herramienta es nuestra paz interior, por lo que no hay nada que merezca más la pena en esta vida (tú vida) que cultivar.

Meditar, reflexionar, vivir en contacto con la naturaleza, aprender más sobre ti, reevaluar tus verdaderas necesidades, orientar tu estilo de vida a tus principios y valores, pedir ayuda a un guía o terapeuta, son algunas de las cosas que puedes hacer para empezar a cultivar tu paz interior.

No lo pospongas más y empieza hoy mismo porque la recompensa ya sabes cuál es 🙂

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Pablo Castillo hola@pablocastillo.es

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