Porque en el viaje del crecimiento personal no vamos solos, hoy os traigo un cuento zen muy cortito, pero que encierra una gran enseñanza para advertirnos de un gran peligro para nuestras relaciones de amistad, familia, trabajo, vecindad…
Una vez un hombre fue invitado a casa de un amigo. En el momento en que iba a beber el vino que le habían ofrecido, creyó ver una pequeña serpiente en el fondo de la copa.
Para no importunar a su anfitrión no le dijo nada y se lo tragó todo. Cuando regresó a su casa comenzó a sentir fuertes dolores de estómago. Le prescribieron numerosos medicamentos, pero, como cada vez se sentía peor, creyó que moriría.
Su amigo, alertado por lo sucedido, lo invitó nuevamente a su casa. Lo hizo sentar en el mismo lugar y le ofreció una copa de vino avisándole de que era medicina.
En el momento en que el enfermo se llevaba la copa a los labios, vio nuevamente, en el fondo de la misma, a la pequeña serpiente. Esta vez se lo comunicó a su convidante, quien, sin decir ni una sola palabra, señaló un arco que colgaba del techo. De pronto, el enfermo se dio cuenta de que la «cría de serpiente» era el reflejo del arco que colgaba encima de él. Los dos hombres se miraron y se pusieron a reír y el enfermo recuperó la salud.
El mal pensar del prójimo es un problema tan antiguo como el ser humano, aunque su antídoto es muy sencillo…
Por desgracia, grandes enemistades, rupturas familiares y hasta guerras han provocado esos espejismos y elucubraciones ponzoñosas que envenenan hasta el corazón más noble.
¿Qué puedo recetar para prevenirlo o curarlo? En mi humilde opinión, basta con gobernar nuestros pensamientos para tomar direcciones bien pensadas, cultivar la conversación sincera y abierta con las personas con las que tratamos y por supuesto, profesar la empatía como modo de vida personal y profesional.
Lo contrario, es decir, callar, recordar viejas malas experiencias, escuchar opiniones tóxicas y dejar que la serpiente del espejismo se aposente dentro de nosotros, solo nos traerá miedos, celos, recelos y demás venenos.
Ser conscientes del peligro y problema, es el primer paso. Volver a tomar una copa de vino (o café) con la otra persona, el segundo. El resto, ya es cosa de la amistad, el compañerismo o la familiaridad.
Cierto es que el crecimiento personal es cosa nuestra, pero recuerda que sin quitarnos lastres y simplificar nuestra vida, no podemos volar… ¡y ni siquiera despegar! Así que arreglar y cuidar nuestras relaciones 🙂
¡Feliz día equipo!
¿Nos vemos en la redes?