Me voy. Lo dejo. Se acabó. Punto y final. Ahí te quedas.Típicas cosas que pensamos o decimos cuando estamos quemados, desesperanzados o dolidos ¿verdad? Irse o dejarlo casi siempre es difícil, así que voy a aprovechar esta brecha para hacerte una pregunta. Una que muy pocas veces nos hacemos ¿Y si la solución es cambiar la forma de quedarnos, en lugar de irnos?
Antes de desvelar esta posible solución – siempre hay que manejar, al menos, una buena alternativa a nuestra decisión – vamos a intentar descender por la madriguera del «adiós». Aunque muchas veces, despedirnos nos duele en el alma o nos aterra, tiene la atrayente característica de cerrarle «potencialmente» la puerta al dolor, la desesperación, la desilusión y al quemazo. Entrecomillo, porque a todos nos ha pasado que, tras dejarlo, ha seguido doliendo ¿verdad? Esto puede ser por dos razones, fundamentalmente:
A: los que cargamos con la causa del dolor somos nosotros. Es como si en una mochila lleváramos la causa y nos fuéramos con ella a otro trabajo, relación, lugar de residencia… el problema nos seguiría acompañando.
B: Al igual que las serpientes se frotan contra rocas y ramas para ayudarse a desprenderse de su piel muerta , nuestros humanos procesos de adiós muchas veces se parecen a esta dolorosa práctica. Personalmente creo que el dolor tiene su función, y bien entendido y procesado es útil y sano, pero jamás permito que entre el sufrimiento en mi vida, algo de lo que estoy muy agradecido por haber dedicado tiempo y esfuerzo a aprender. Te lo aconsejo y vaya mi promesa, que hablaré en futuros artículos sobre cómo asimilar el dolor y cómo evitar el sufrimiento.
Esto sobre irse, pero sobre quedarse ¡Ojo! quedarnos por pena o miedo es igualmente un error. De quedarse, hay que hacerlo porque merezca la pena, aunque no vale con tan solo intentarlo, sino que hay que saber quedarse.
Para el dolor de irse (A y B) y el de quedarse, una solución altamente contrastada: El crecimiento personal. A más autoconocimiento, más inteligencia emocional, más calma, más orden, y a más bienestar físico y mental, más difícil es caer en estas tres trampas.
¿En qué consiste cambiar la forma de quedarse?
Cambiar la forma de quedarse es el proceso de revertir una situación de deterioro, reconstruyendo con mejores materiales que los originales.
[En teoría podríamos aspirar a restaurar tal como era, pero si queremos asegurarnos éxito en la operación «restauración», necesitamos de ciertos químicos que nuestro cerebro solo ordena segregar de manera suficiente y regular, si la recompensa es suficiente. Confía en la neurociencia, hazme caso 😉].
Como alternativa a irse, tiene sentido. Tienes un trabajo, relación, hogar, etc., por el que en su momento estabas agradecida, pero por determinadas causas, la situación se empobreció y acabaste deseando desecharlo. Si las causas son irreparables, no hay más que hablar: adiós, asumiendo el dolor, pero sin sufrimiento. Pero, si las causas son reparables con posibilidad de mejorarlas ¿no cabría valorar un plan para restaurar y mejorar?
Posiblemente uno de los consejos que más he dado en mi carrera profesional, y que más alegrías ha cosechado, ha sido el de «considera como alternativa a irte o dejarlo, saber cambiar la forma de quedarte». Al valorar esta alternativa de manera sosegada y profunda, las decisiones de abandonar han sido mucho menos dolorosas – incluso indoloras – y rápidas, mientras que las decisiones de quedarse han reportado grandes procesos de mejora.
Cambiar la forma de quedarnos requiere un completo cocktail de reflexión, análisis, racionalización, emociones y… algo más: comunicación. Es esencial que sepamos transmitir a la otra parte que barajamos las dos alternativas y que en la de cambiar la forma de quedarse, es parte imprescindible ¡mira! otro tema para ir tratando en este blog porque aprender a comunicarnos con nosotros y con los demás es esencial para nuestro crecimiento personal y profesional.
Ahora ya lo sabes, antes de decir adiós, asegúrate de que has valorado la opción de cambiar la forma de quedarte. Todo lo demás, es elegir camino.